Javier Camarena, tenor | El amor que duele carga bien la voz


13.09.16 - No tenĆ­a idea de lo que era la Ć³pera hasta que le dijeron que podrĆ­a hacer carrera dentro. Se ganaba unos pesos cantando en grupos de pop y de mĆŗsica ligera para pagarse los estudios. El empleo de su padre en una central nuclear de Veracruz (MĆ©xico) y las labores de su madre como ama de casa no daban para mucho mĆ”s. Hoy es un tenor superdotado en templos como el Metropolitan de Nueva York, donde ha sido uno de los tres Ćŗnicos fenĆ³menos que ha dado un bis por aclamaciĆ³n en la historia del teatro. Fue durante una representaciĆ³n de La Cenerentola (Rossini), en 2014. 

Javier Camarena (Xalapa, 1976) es la estrella ascendente de la Ć³pera mundial. ¿Un divo sin lĆ­mites? “En el escenario es donde se demuestra eso, pero en la calle hay que tener los pies en el suelo”, dice en una de las salas de ensayo del teatro Real de Madrid. 

¿Cree que el Ć©xito le ha llegado a tiempo? 
  HabrĆ­a que ver quĆ© entendemos por Ć©xito. TriunfĆ© desde que hago lo que me apasiona. La gente aprecia mi trabajo, mi manera de decir y comunicarme a travĆ©s de la mĆŗsica. Llevo la mitad de mi vida metido en esto: 20 aƱos. Estas cosas que han llegado Ćŗltimamente se han plantado en buen momento, con la madurez suficiente. Con la conciencia de que puedo mejorar, no para crear fama y echarme a dormir. Disfruto lo que sĆ© que se puede disfrutar. 

¿PodrĆ­amos decir que una de las claves para digerir bien el Ć©xito es no creer en tus propias posibilidades? 
  Tener los pies bien plantados en la tierra, dirĆ­a yo. Mi familia, el camino con altas y bajas me ha hecho ser sincero conmigo mismo y saber que si me tropiezo no es porque alguien me anda distrayendo, si no porque no mirĆ© bien por dĆ³nde pisaba. Asumir las cosas buenas, no porque el mundo me las debe. 

¿CĆ³mo es su familia para que le enseƱara tan bien esas claves? 
  La serenidad viene de mi papĆ”, que fue tĆ©cnico en una planta nuclear en Veracruz. Tiene su carĆ”cter. La del temperamento es mi madre. Ha tenido que vivir con tres varones y emplear mano dura. Aunque controladitos nos tenĆ­a. 

¿De dĆ³nde saca usted todos esos agudos? 
  De un proceso… Mi maestra en Xalapa, cuando tenĆ­a 19 aƱos, me dijo que podrĆ­a llegar a algo en esto de la Ć³pera. Yo no sabĆ­a ni quĆ© era. Estaba en el pop, en Willie ColĆ³n, en ManĆ” o las canciones de la Iglesia. Cantaba y por ahĆ­ sacaba dinero para la escuela. HabĆ­a oĆ­do de PlĆ”cido Domingo por un disco de canciones para niƱos. Poco mĆ”s. Los primeros aƱos a mĆ­ no me gustaba mi voz. TenĆ­a una tĆ©cnica un tanto nasal: sonaba a pato. Lo que ustedes escuchan hoy me ha costado 15 aƱos de trabajo

¿Se considera, a dĆ­a de hoy, un tenor sin lĆ­mites? 
  Me centro en un repertorio belcantista, por ahora. Ahora me dirigirĆ© a un espacio mĆ”s lĆ­rico. La propia voz, dirĆ”. Necesitas armas antes de meterte en cosas complejas. Solvencia tĆ©cnica, madurez vocal

¿CuĆ”nta porciĆ³n de miedo influye en que ese chorro de voz se corte? 
  Por ahora, no. SĆ© reconocer cuando estoy cansado y no puedo seguir. LlegarĆ” un dĆ­a en que el cuerpo limitarĆ” reflejos y posibilidades. Hoy trato de que ese momento se presente lo mĆ”s tarde posible. 

¿Le enseƱaron a ser mĆ”s cauto que audaz? 
  Uno no puede hacer lo que se le dĆ© la gana y no asumir las consecuencias. Tuve la gran fortuna de tener a Cecilia Perfecto al principio de mi carrera como maestra. Me dijo: este oficio es de resistencia y no de velocidad. NingĆŗn maestro tiene la verdad absoluta. Aunque la verdad es que forma de cantar solo hay una: saber respirar, colocar, proyectar y emitir el sonido. Y ademĆ”s fue lo suficientemente humilde como para decir: hasta aquĆ­ puedo enseƱarte, quiero que crezcas y debes buscar a otros que te ayuden a avanzar. Toma lo que necesites de nosotros, pero ningĆŗn maestro puede imponerte nada. 

¿Y, de repente, se fue a ZĆŗrich? 
  LleguĆ© allĆ­ como estudiante becado. Me llegaba apenas para pagar un cuarto, comida, celular y mandar dinero a mi esposa. BajĆ© mucho de peso, pero al poco me contratĆ³ el teatro. 

Y asĆ­ hasta que le obligan a cantar un bis en el Metropolitan de Nueva York hace dos aƱos interpretando Cenerentola, de Rossini. AhĆ­ comenzĆ³ la fiebre Camarena. ¿QuĆ© pasĆ³? 
  ¡Hijole, es que aquello sĆ­ fue un acontecimiento! Un parte aguas en mi carrera. La primera gran, gran, gran ovaciĆ³n de mi vida. El pĆŗblico de allĆ­ apoya a los cantantes que llegan a suplir a otros y me tocaba sustituir, nada menos que a Juan Diego FlĆ³rez, que se puso enfermo. Se respiraba una atmĆ³sfera increĆ­ble, bella, llena de gratitud. Se intuĆ­a un bis, pero dependĆ­a del pĆŗblico. OcurriĆ³ en la segunda funciĆ³n. Se desatĆ³ la euforia y tuve que dar dos en las Ćŗltimas representaciones. Yo no mĆ”s escuchaba esa masa inmensa de aplausos. Un tsunami. 

¿CĆ³mo se sigue despuĆ©s de eso encima del escenario? ¿Temblando? 
  No sĆ©, pasan tantas cosas dentro de la cabeza. Toda tu carrera, casi. Cuando estudiabas, cuando el pĆ”rroco de mi iglesia me decĆ­a que no cantara y me dedicara a otra cosa… 

¿El amor y el rencor…? 
  No, bueno..., un poco, sĆ­. Aunque la primera imagen era mi familia, mi esposa, mis hijos. Me habĆ­a costado un pleito con ella porque interrumpĆ­ las vacaciones para hacerlo. TenĆ­a que conseguir que valiera la pena. Ella se lo perdiĆ³, pero lo vio por internet. 

Se da usted cuenta de que apenas sĆ³lo a los tenores latinos les piden bises en los grandes teatros. Juan Diego FlĆ³rez, usted… ¿Por quĆ©? 
  Pues nada mĆ”s que porque tenemos el candor ahĆ­. La calidez, vemos la vida de una manera romĆ”ntica. El amor que duele carga bien la voz… Cantamos a dicho sentimiento y de eso hay mucho en la opera. Convierte en sincero esa emociĆ³n

¿QuĆ© es el divismo? 
  Por una parte, algo que quiero creer que se va extinguiendo cuando hablamos de capricho. Los cantantes debemos tener al pĆŗblico en primer lugar, a quien paga el boleto, como quien merece el respeto y la gratitud. Aunque te critiquen: no soy monedita de oro para que todo el mundo me quiera. El divismo se demuestra con los pies en el escenario, pero tambiĆ©n en el suelo. No me sirve de nada ser buen cantante si me muestro antipĆ”tico. AsĆ­ como entrego las notas a Dios a mi familia y a la gente que me escucha.


Visto en el Facebook de la Red Colombiana de Voz Hablada y Cantada | cultura.elpais.com

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